Corría el año 1872, antes de la llegada de Bela Lugosi, Nosferatu o Drácula, cuando un escritor irlandés llamado Sheridan Lefanu introduce por primera vez el mito del vampirismo con cuerpo de mujer en la literatura del género de terror. Nacía así "Carmilla", "La mujer vampiro".
Su novela "Carmilla" pasó prácticamente desapercibida entonces. Hoy en día, sin embargo, está considerada como obra de culto para los amantes del género.
El argumento reúne gran parte de los iconos, simbología y patrones típicos de las películas y novelas que se hicieron décadas después acerca del fascinante y esotérico mundo de los vampiros, tales como la aversión de estos seres del ocaso hacia la luz, la transmutación espontánea que los convierte en perros, lobos o gatos negros, las ristras de ajos o el poder hipnótico del vampiro para someter a sus víctimas.Aquella prístina novela de Sheridan absorbe al lector con un relato cargado de tensión sexual y amor lésbico entre sus dos protagonistas femeninas, Laura y Carmilla.
La primera representará el papel de cándida muchacha
que vive junto a su padre en un solitario castillo en la región austríaca de Styria. La desdichada jovencita entrará en contacto con la maléfica Carmilla cuando esta llega hasta el castillo aquejada de una grave enfermedad, buscando el amparo y cuidados de sus amables anfitriones, quienes viéndo el lamentable estado de salud de la extraña e inesperada visitante deciden acogerla en su morada.
Para hilvanar la historia con los sesgos propios de la literatura de terror, Sheridan recurre a la biográfia de una aristócrata hungara llamada Elizabeth Bathory, quién sería recordada en los anales de la historia como la abyecta e implacable "Condesa sangrienta".
Cuenta la historia que en su castillo la condesa poseía diversas salas de tortura donde vejaba, abusaba y torturaba sin piedad a sus doncellas hasta causarles una muerte sádica y despiadada. También las sometía a arcanos rituales de magia negra o las degollaba para beber su sangre o utilizarla durante estas ceremonias.
Se dice que la condesa se bañaba con la sangre de sus víctimas, pues pensaba que de este modo sería eternamente joven y su piel jamás se marchitaría.
El personaje de "Carmilla", del escritor irlandés Sheridan Lefanu, está considerado como el primer referente femenino de la mujer vampiro en la literatura de terror.
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